El psicólogo infantil es el profesional que ayuda a las familias a solucionar los problemas y las dificultades que pueden ir surgiendo en el desarrollo de sus vidas.
Cuando la pareja se une con el objetivo de formar una familia, cada uno de los miembros aporta en común toda su historia anterior, todas sus ideas y valores sobre lo que desea crear y desea tener.
Uno de los aspectos fundamentales es la educación y formación de los hijos. Una pareja debe tener claro su postura en el continuo de la disciplina de los niños.
En uno de los extremos está el Autoritarismo, la disciplina entendida como la imposición de gran cantidad de normas, establecidas de forma unidireccional sin tener en cuenta la respuesta del otro e imponiéndose graves castigos por el no cumplimiento de las mismas. Los niños aprenden a cumplir los límites por miedo a los castigos y no por el hecho de interiorizar unas normas que le van a servir para funcionar mejor en los diferentes entornos en los que se va a ir relacionando.
Si se elige el extremo del autoritarismo, los niños en el futuro pueden tener dos posturas. Si no han podido cumplir la excesiva cantidad de normas que desde el hogar se han impuesto sin afectividad alguna, comienzan a dejar de cumplirlas y de obedecer a la autoridad, lo que les lleva a muchos problemas de indisciplina en otros contextos, como el escolar o el laboral. Si intentan gustar en exceso a sus padres o se amedrentan ante los castigos y las sanciones negativas que conllevan su incumplimiento, suelen ser niños muy reservados y tímidos que obedecen a la autoridad por miedo. Son niños infelices e insatisfechos.
En el otro de los extremos está la Permisividad, dejar hacer a los niños sin imponer ninguna norma. Así se cree que debe ser el colegio quien imponga los límites y quien eduque a sus hijos. Dentro del hogar no se acatan normas, se piensa que ya habrá tiempo para empezar a limitar a los niños cuando sean más mayores. Los niños pueden hacer todo lo que desean y aprovechan esta falsa libertad para poner a prueba a unos padres que creen que sus hijos no les querrán si les dicen lo que tienen que hacer.
Si se elige el extremo de la permisividad, los niños en el futuro se convierten en pequeños emperadores acostumbrados a imponer sus propias normas sin atender las de ninguna figura de autoridad. Son niños con graves problemas de disciplina que no saben acatar normas de las personas responsables de su educación. Suelen ser niños insatisfechos buscando todo y nada a la vez.
Aproximadamente en la mitad del continuo estaría la Disciplina, entendida como la imposición de normas apropiadas en cantidad y calidad a los hijos, sus necesidades, su edad y su desarrollo evolutivo. Se van poniendo instrucciones conforme los niños van creciendo y aprendiendo. Los límites y las normas en el hogar son importantes para todos los niños desde su nacimiento porque es la base que les va a proporcionar seguridad, aprender lo que sus padres quieren de ellos y aprender lo que está bien y lo que no lo está tanto.
La misión del psicólogo infantil es la de ayudar a los padres a recolocarse en el continuo de la educación, tratando de asesorarle cuál es la mejor posición para todos los miembros de la familia.
El psicólogo trabaja conjuntamente con los padres para encontrar la mejor forma de imponer disciplina teniendo en cuenta las variables personales de cada familia. Tendrá en cuenta el número de miembros, el número de hijos, la situación laboral de los padres, el tiempo de disponibilidad de los padres, las edades de los hijos, la problemática de la familia, desde cuándo existen los problemas y un sinfín de elementos que favorezcan una postura u otra dentro del continuo de la disciplina. Se trata de proporcionar una coordenada que permita a los padres conocer su mejor posición desde la que seguir luchando.
Muchos de los problemas así se irán solucionando y muchos de ellos se irán previniendo. Los niños reaprenderán hábitos adecuados y aprendizajes más oportunos guiados por unos padres conocedores de sus armas.
Las armas que el psicólogo debe ofrecer son:
- La paciencia. Los padres deben tratar de aprender a ser más pacientes con sus hijos. Es importante entrenar tal capacidad respirando tranquilamente antes de gritar o contar hasta cien antes de poner un castigo que no va a ser capaz de cumplir.
- La coherencia. Los padres deben ser conscientes que no pueden gritar para imponer la orden que los niños no griten. Ni pueden pegar al niño que ha pegado a su hermano, ni pueden beber alcohol en exceso en fiestas y pedir a su hijo que no consuma drogas en las suyas.
- La firmeza. Es esencial que los padres sepan defender su posición y postura ante unos hijos muy inteligentes, pacientes, cabezotas y persuasivos. Aprender a hacer lo que se dice es una tarea difícil pero tremendamente importante en la educación. Cualquier norma o sanción que se imponga debe ser cumplida, por lo que es mejor pensarla antes de decirla.
- La comunicación. Es muy importante la forma como nos relacionamos con los niños. Hay que tratar de dar las normas en positivo, con un tono de voz neutro y con poca emocionalidad. No es adecuado que nuestros hijos nos vean descontrolados porque eso les enseña a descontrolar a ellos y les da el poder de saber cómo hacernos perder los nervios. Es adecuado mirarse al espejo para no demostrar el enojo que nos hace sentir su indisciplina. Es adecuado mirar a los ojos a los niños, ponerse a su altura y con un tono de voz adecuado decir lo que queremos que cumpla. Suelen escucharlo mucho más que si gritamos, aunque necesitemos tiempo para su cumplimiento.
Mediante estas armas y la posición clara en el continuo de la Disciplina, los padres pueden ir salvando las dificultades que sus hijos le van a ir poniendo en el desarrollo de sus vidas conforme van creciendo y madurando. Las armas siempre funcionan, lo que varía es la forma de ponerlas en marcha. Así conseguiremos acercarnos al ideal de familia que siempre hemos deseado y anhelado.
Ana Barrios Arocas.
Psicóloga.
Directora del Centro de Psicología.