Si estás leyendo este artículo y estás o has estado en pareja, puede que te sientas identificado con el término ‘dependencia emocional’, ya que, al contrario de lo que muchos piensan, pese a que hay personas que pueden tener una predisposición a depender en mayor medida de sus parejas en las relaciones sentimentales, en ocasiones, debido a relaciones afectivas poco sanas, se llegan a presentar altos síntomas de ansiedad y de dependencia. Pero antes que nada… ¿Qué es la dependencia emocional?
La dependencia emocional hace referencia a la necesidad, en ocasiones, excesiva y continua de afecto que lleva a las personas que la padecen a la búsqueda incansable de cariño, especialmente en las relaciones de pareja. De hecho, pese a que estemos ante una relación poco saludable, la persona con dependencia llega a idealizar a su pareja, aceptando, incluso, menosprecios, burlas, infidelidades u otros comportamientos que fuera de ese contexto seguramente no serían admitidos. La persona, ante esta situación, entra en un círculo vicioso del que es muy complicado salir y necesita justificar el porqué de los actos de su pareja, sintiéndose culpable muchas veces de que la relación no funcione correctamente. No obstante, las personas con dependencia emocional pueden llegar a ser conscientes de que están en una relación poco saludable, donde se llegan a sentir emociones muy extremas: cuando se está bien, ‘se sienten en las nubes’, mientras que, cuando están mal, sienten un vacío enorme en su interior.
De esta forma, en este tipo de relaciones, son constantes las discusiones y las rupturas de corto periodo de tiempo, lo que lleva a un síndrome de abstinencia muy parecido a lo que ocurre cuando una persona acostumbrada a consumir una determinada droga, la deja de consumir. Así, cuando la pareja rompe, en el cerebro se activan las mismas áreas que se activarían en una persona con una adicción, por ejemplo, a la cocaína y que ha dejado de consumir: núcleo accumbens, corteza orbitofrontal y corteza prefrontal (Fisher et al., 2010). Esto es lo que se conoce como ‘amor como adicción’.
Existen autores que han propuesto que toda conducta que resulte placentera puede desencadenar en una conducta adictiva. Asimismo, hay que tener en cuenta que se considera que una persona es adicta cuando pierde el control sobre la conducta y sigue haciéndola a pesar de las consecuencias negativas que supone para su salud y bienestar (Echeburúa, 2000). Así, los adictos al amor llevan a cabo conductas de dependencia hacia la pareja para rebajar la ansiedad que les produce el sentimiento de soledad, para eliminar síntomas de depresión o porque quieren cumplir las expectativas que tienen sobre el amor romántico y sobre cómo éste tendría que ser. Asimismo, sobre esto último, la educación recibida, la cultura, los roles de género aprendidos y las creencias sobre cómo tiene que ser una relación de pareja juega un papel importante a la hora de establecer los vínculos afectivos.
Así pues, ante una relación sentimental donde existen una gran dependencia por una o ambas partes, es importantes tener en cuenta los siguientes aspectos para el tratamiento:
- Conciencia del problema: reducir mecanismos de autoengaño y negación
- Psicoeducación: qué es una dependencia emocional, características, fases de la relación en una pareja, etc.
- Tratamiento de los síntomas: síndrome de abstinencia, ansiedad, tristeza, etc.
- Detectar pensamientos negativos sobre uno mismo, el miedo excesivo a la ruptura y la soledad y fomentar los pensamientos positivos con la búsqueda de pensamientos alternativos.
- Trabajar las fortalezas personales.
- Entrenamiento en habilidades sociales y asertividad.
- Fomentar la autonomía.
- Planificar actividades agradables.
Por todo ello, si crees que estás en una relación poco saludable y con conductas dependientes, no dudes en ponerte en contacto con nosotras en el centro de Psicología y Logopedia Ana Barrios.