Para poder empezar el artículo debemos de situar la importancia de aquello de lo que estamos hablando. Según la OMS, de todas las personas que hay en el mundo, una de cada seis se encuentran entre los 10 a 19 años, lo que equivaldría al 14% de la población. Se puede pensar que es poca cantidad de gente, ¿cierto? ¿Qué pasaría si dijéramos que de entre esta población uno de cada siete presentan problemas psicológicos?
Debido a la vulnerabilidad que presentan las personas cuando no se les presta la ayuda psicológica necesaria, hoy vamos a hablar sobre los TRASTORNOS DE LA CONDUCTA ALIMENTARIA.
Generalmente tenemos en mente que implica un TCA a pesar de no estar familiarizados con ello, en cambio nunca nos paramos a pensar en todas las cosas que existen a nuestro alrededor que pueden dañan o favorecer este tipo de conductas.
Ahora bien, me presento: mi nombre es Marta Vidal, tengo 18 años y sufro anorexia nerviosa desde hace un año. Actualmente estoy en recuperación en la clínica de Ana Barrios desde febrero de 2022. En este testimonio pretendo hacer ver a la gente las cosas “normales” que hemos normalizado durante muchos años y deberían de estar ausentes en nuestra sociedad.
Muchas veces mi recuperación se ha visto dificultada por varios aspectos a lo largo de estos meses, es por ello que quiero recalcarlos y explicarlos con detenimiento junto con mi psicóloga Cintia.
En primer lugar, me gustaría empezar por los comentarios tóxicos acerca de las comidas. Desde que nacemos se inculcan las clasificaciones alimentarias de tal forma: la comida que engorda y la que no. La realidad es que ninguna comida engorda de por sí, engordan las cantidades y la frecuencia en la que las personas ingieren esas comidas. Parecerá irónico que una persona con anorexia diga esto, es cierto,porque la teoría la sé, pero mi recuperación se dificulta cuando voy con mis amigos o familiares y dicen que no van a comer una hamburguesa porque “engorda”. Imagínate estar luchando todos los días con dos voces en tu cabeza: una que te dice que no comas y la otra que debes de hacerlo, y, de repente escuchas que la hamburguesa engorda. El resultado de esto, es mi convencimiento de qué alimentos comer y cuáles no, y por lo tanto, si lo escuchas varias veces sobre todos los alimentos, al final decides no comer nada.
El segundo punto tiene que ver también con los comentarios “estrella”: “¿Enserio te vas a comer todo eso? ¡Si yo con la mitad ya estoy llena!” Estos comentarios pueden afectar de tres formas: la primera; que la gente haga oídos sordos y no les importe en absoluto, la segunda; que tenga un TCA y que luego se autocastigue + el incremento significante de culpabilidad, y la tercera; lograr que una persona adopte actitudes restrictivas con la comida. Estos son los efectos que puede desencadenar un simple comentario que la sociedad asocia como “normal”.
El tercer punto y último punto que quiero aclarar está relacionado con las “dietas milagrosas” que rondan por internet y redes sociales y las míticas aplicaciones de recuento de calorías (aquellas que marcan un límite de consumo de calorías diarias). La verdad es que empecé así, contando calorías y, ahora, no puedo ver comida: sólo veo un plato lleno de calorías. Contar calorías no es normal, hacer una “operación bikini” tampoco lo es. Nada de lo que hacemos tiene ningún tipo de sentido.
Así que si sientes que este artículo te identifica, aquí estaremos encantadas de poder ayudarte a relacionarte de la mejor manera posible con la comida. Pide ayuda!