«El diagnóstico de TEA me ha salvado la vida»

El Trastorno del Espectro Autista (TEA) es un Trastorno del Neurodesalloro que generalmente suele manifestarse en los primeros años de vida, pero en ocasiones, los rasgos no son suficientes para realizar el diagnóstico o el desconocimiento y estigmatización del trastorno hacen que hasta la edad adulta sea invisible para las familias.

Una herramienta «sencilla» para la observación de estos rasgos es el reconocimiento de la Tríada TEA de Lorna Wing:

– Alteraciones en la comunicación: en los casos más graves se puede observar la ausencia total del lenguaje. En otros casos no tan evidentes, se manifiestan conductas de escasa comunicación pero sin ausencia de lenguaje o incluso, en el caso contrario, en ocasiones, se pueden observar casos de verborrea con entonación prosódica (tono de voz peculiar).

– Interacción social: las personas con TEA tienen dificultades para mantener relaciones sociales recíprocas, eficaces y de calidad con otras personas. También, presentan grandes problemas con respecto al reconocimiento emocional propio y ageno.

– Inflexibilidad cognitiva y conductual: se refiere a la rigidez que presentan las personas que padecen este trastorno en cuanto a la perseverancia en sus rutinas (mala adaptación a los cambios), a la necesidad de literalidad (escaso entendimiento de bromas, ironías, etc.) y la presencia de rituales en ciertas conductas e intereses restringidos.

Si estas conductas no son detectadas y evaluadas en la infancia, los jóvenes y adultos que se someten a un diagnóstico tardío de TEA se enfrentan a grandes dificultades a medida que hacen la transición a la adultez y comienzan a asumir ciertas responsabilidades.

Ahora bien, dejando a un lado la teoría y el formalismo, me gustaría hablaros de un caso que ha sido y es muy importante para el centro y para mí, ya que, como su psicóloga, he ido viviendo día a día el progreso y la mejora de F.V.

F.V. tenía 22 años cuando llegó a nuestro Centro de Psicología y Logopedia Ana Barrios preocupado por “no sentirse parte de este mundo.” Hace apenas 6 meses fue diagnosticado de Trastorno del Espectro Autista (TEA) a raíz de presentar síntomas depresivos y ansiosos y pedir ayuda para su mejoría emocional.

F.V., notaba que desde pequeño «no entendía lo que para otra persona era normal» y eso le generaba mucha tristeza y muchos problemas en cuanto a crear y mantener relaciones con sus iguales, además, comenzó a darse cuenta que «otras personas tampoco entendían rasgos o conductas que para él eran normales».

F.V. pasó toda su infancia  creyendo que “era rarito y que por eso no encajaba entre sus compañeros”, de hecho, hasta la época universitaria, no había conseguido mantener sus amistades ni entablar relaciones sociales de calidad y en la misma línea, argumenta que «siempre ha tenido problemas con sus personas de confianza ya que se enfadaba por algunos comentarios que al parecer no tenían importancia, como bromas e ironías, pero él los entendía y vivía como ciertos».

Por un momento, imaginemos sentirnos así durante toda nuestra vida y no entender nada de lo que nos sucede a nosotros mismos y a nuestro alrededor. Por eso, para F.V., el diagnóstico fue una salvación: «A mí el TEA me ha salvado la vida, porque he conseguido ponerle nombre a todo lo que me pasaba, entenderme y perdonarme a mí mismo y trabajar aquello que me produce malestar para por fin, conseguir ser una persona feliz».

Hoy por hoy, F.V. viene a consulta semanalmente y en su cara se ha dibujado una sonrisa que afirma que es la primera vez que la disfruta. “Tengo mucho trabajo por delante pero Ana, no me creo lo que hemos conseguido juntos ”.

Si eres adulto y te sientes identificado o eres madre o padre de algún pequeño/a que presente algunas de estas conductas, no dudes en ponerte en nuestras manos.

Para nosotras, el sentido de nuestra profesión es ayudaros a encontrar la estabilidad y felicidad en vuestra vida.