Alguna vez os habréis preguntado porqué es tan difícil dejar de sentir miedo ante determinadas situaciones: “Mi hijo se pone tan nervioso al ver un perrito que tengo que cruzar de acera para evitar que se ponga a llorar”. “Me resulta imposible pasar por esa plaza llena de palomas”. “Solo es un montón de gente, pero no puedo hablar delante de ellos” ¿Porqué no soy capaz de hacerlo?
La respuesta a estas cuestiones la encontramos en la ansiedad, veámoslo con el siguiente ejemplo.
Imaginemos por un instante alguien con un miedo terrible e intenso a las cucarachas, esos pequeños seres diminutos pero extremadamente repulsivos para la mayoría.
Supongamos que se encuentra caminando por la calle, es de noche y se dispone a pasar por un tramo poco iluminado donde ve a lo lejos una cucaracha en la acera. Al instante, su cuerpo emite una señal de peligro y comienza a notar ansiedad. Se pone nervioso, las manos le sudan, siente calor, y empieza a pensar en el asco que siente y en que la cucaracha se le va a subir por encima.
Todas estas sensaciones y pensamientos que vienen provocados por la ansiedad hacen que cruce de cera hacia la parte más iluminada, o incluso que cambie la ruta de camino a casa para pasar por otra calle. Casi al instante empieza a notar un gran alivio y la ansiedad disminuye. Vuelve a estar tranquilo sabiendo que la cucaracha ya no está cerca de él y ya no puede hacerle daño.
La ansiedad es un mecanismo de defensa muy antiguo que prepara a nuestro cuerpo para la lucha o la huída ante cualquier tipo de amenaza, y nos ha permitido sobrevivir desde tiempos inmemoriales. En este caso, la cucaracha es una amenaza y la ansiedad nos da la señal de alarma y prepara nuestro cuerpo para la huida, evitando así el peligro y poniéndonos a salvo.
Nuestro cerebro graba en nuestra memoria esta situación y pone la etiqueta de cucaracha=amenaza=PELIGRO, y como respuesta hay que huir para ponerse a salvo. Cada vez que me encuentre en esa situación reaccionaré de la misma manera, escapando, lo que me provocará un alivio inmenso, ya que la amenaza desaparecerá.
Esto en realidad es una trampa. Ese alivio momentáneo que siento al escapar de la cucaracha no me deja quedarme el tiempo suficiente como para comprobar que aquello que tanto temo no va a suceder, es decir, que la cucaracha no me va a morder, ni se me va a subir por encima ni nada parecido. Esto es ” LA TRAMPA DE LA ANSIEDAD”, porque lo que me alivia a corto plazo, hace que mi problema no desaparezca, sino que se agrave. No dejaré de tener miedo a las cucarachas, sino que aprenderé a huir de ellas.
¿Cómo debería haber reaccionado ante la cucaracha para ver que aquello que temía tanto no va a ocurrir? Muy sencillo (y muy complicado a la vez para alguien que sufre una fobia): enfrentándome a ella. Pero mi ansiedad me ha enseñado a escapar y no enfrentarme, y por eso, mi problema sigue atormentándome.
Enfrentarte a una situación temida es algo desagradable, y te va a provocar malestar, miedo e inseguridad. Pero todo ese malestar desaparecerá cuando logres superar tu miedo con la ayuda de un terapeuta y un tratamiento adecuados, mejorando tu calidad de vida y ganando, de una vez por todas, la partida a la ansiedad.