6.1 No sólo los adultos pasan por un proceso de duelo. Los niños también atraviesan este proceso, claro está ajustado a su edad. Cada niño entenderá su propio concepto de la muerte y evolucionará según la etapa de desarrollo y maduración en la que éste se encuentre. Es importante que los padres acompañen a los niños en el duelo, los pequeños no han de sentirse solos ni desprotegidos a lo largo del proceso. Factores tales como el desarrollo emocional, la edad y el contexto familiar serán primordiales para la formación de este concepto. Los adultos tendrán un papel primordial en el proceso de duelo de los más pequeños de la casa ya que éstos buscarán respuestas y contención en sus padres que los deberán ayudar a comprender la muerte aliviando así el miedo que surge sobre ella.
6.2.1. En niños menores tres años, suelen surgir sentimientos de pérdida y separación, no entienden el concepto muerte como tal. Se suelen sentir abandonados. Puede que lo manifiesten cambiando su rutina, con un retroceso, llorando, con dificultades de sueño o cambios en hábitos alimentarios.
6.2.2. Entre los tres a seis años, los menores viven la muerte como algo intermitente. La persona ha fallecido, pero es un proceso intermitente. Se suelen interesar por saber más del tema ya que no llegan a comprender ese proceso. Al ser un momento impreciso para ellos pueden aparecer pensamientos “fantásticos”, es decir puede llegar a pensar que por su culpa haya pasado que esa persona no este, por sus pensamientos negativos le ocurre cosas malas a sus seres queridos, etc. Esto puede generarles procesos angustiosos manifestándose mediante tristeza, enfado, miedo y preocupación.
6.2.3. Entre los siete y diez años, los menores ya poseen un mayor vocabulario y capacidad para entender conceptos relacionados con la salud, enfermedad y muerte. Por lo general se suelen interesar pos “saber” y conocer más profundamente lo que sucede. Durante esta etapa puede que personifiquen la muerte, es decir puede que la convierta algún personaje como espíritus, esqueletos o fantasmas. Puede aparecer miedo a lo desconocido y a la separación de la familia. Lo mostraran mediante irritabilidad, culpa, negación, enojo, aislamiento, regresión a comportamientos anteriores y problemas de concentración en la escuela.
6.2.4. Niños mayores de diez años, ya comprenden la irreversibilidad y permanencia de la muerte. Comprenden que el cuerpo deja de funcionar y por lo tanto deja de estar vivo. Poseen un mayor pensamiento abstracto que les permite razonar de diferente manera. Suelen expresar un mayor temor para dar a conocer sus sentimientos por lo que pueden reemplazarlos por la propia rebeldía adolescente. Sin embargo, podemos distinguir algunas conductas frecuentes como el enojo, la culpa, el resentimiento, el entumecimiento, la ansiedad, el miedo a la muerte, cambios en el sueño y bajo rendimiento escolar. Esto se debe a que la muerte viene a desafiar la sensación de inmortalidad que poseen la mayoría de los adolescentes.
6.2.5. En nuestro centro guiamos y apoyamos a los papas en esta dura etapa, ayudamos a elaborar un mejor discurso a la hora de comunicar a los menores la perdida, enseñamos hablar y a manejar situaciones emocionales. A escuchar a los pequeños, expresar sentimientos y emociones, decir la verdad sobre lo que ha sucedido, dar seguridad y sobre todo guiamos el proceso de duelo para que haya un mejor ajuste al nuevo cambio vital.
–Si siente que no puede ayudar a su menor querido, lo ve decaído y no sabe que puede hacer, no dudéis en contactar con nosotras, aquí le ayudaremos-